"Andolini y papá paseaban por Lyon un día de finales de verano. Era uno de los últimos días cálidos y fueron a la terraza de un café cercano a la basílica de Notre-Dame de Fourvière para disfrutar del cielo azul y del cálido sol. En la mesa de al lado se sienta el galán de Hollywood, Benny, que se acerca a ellos para hacerles preguntas sobre la ciudad.
Andolini responde con pericia a las preguntas de Benny, pero también señala en broma que en su mesa también hay monumentos lioneses. Al mismo tiempo, papá también había echado un vistazo al culito del americano y le dejó claro a Andolini que valdría la pena llevárselo con ellos.
Andolini se ofreció entonces a llevar a Benny en un viaje especial y atmosférico por la ciudad. Benny había entendido el mensaje desde el principio de la conversación y, obviamente, aceptó.
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